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Patrones de Pensamiento

Nuestros paradigmas (modelos o patrones de pensamiento), ya sean correctos o incorrectos, están en el origen de nuestras actitudes, de nuestras conductas y, en última instancia, de nuestras relaciones con los demás.

Stephen Covey

Un ejemplo de este concepto lo podemos encontrar en diferentes patrones de pensamiento respecto a nuestras parejas:

  • Si yo creo que mi libertad está por encima de todo, por encima del compromiso, si creo que no necesito a nadie y que no debo depender emocionalmente de nadie y nadie depender de mi, entonces empezaré a encontrar imperfecciones en todo lo que hace y dice mi pareja, en su forma de comer, pensar o vestir y eso afectará a mi forma de actuar y relacionarme con ella, y confirmará mi creencia de que es mejor no involucrarse al 100%, por si acaso. Y esto será así aunque mi pareja sea la persona mas maravillosa del mundo.

  • Si yo creo que no puedo estar solo, que mas vale lo malo conocido que lo bueno por conocer, que en realidad no se puede ser feliz plenamente en pareja, que la vida es sacrificio, que no merezco mas que lo que tengo, que aunque me trate mal mi pareja al menos hay ratos que me reconforta, entonces mi actitud y conducta con mi pareja será de aguantar y conformarme, de perdonar y pasar por alto los desprecios porque al fin y al cabo "ninguna relación es perfecta y todas se pelean", y me quedaré ahí aunque mi pareja sea una persona que claramente no me puede hacer feliz. 

La diferencia entre Paradigma y Creencia no resulta sencilla y es un debate en el que no me voy a meter. Para simplicar voy a hablar de creencias o paradigmas indistintamente debido a la gran similitud que presentan a la hora de exponer estos conceptos.

Qué es una creencia

Creencia: conocimiento que aceptamos inconscientemente y que nos procura seguridad. Vivimos inmersos en las creencias y no las cuestionamos.

Una creencia es un pensamiento, un juicio profundamente arraigado que se ha construido a través de las experiencias personales, vividas o no, que constituyen la historia particular de cada individuo. Se genera no solo por los mensajes limitantes que se han escuchado en la infancia, también se puede formar al relacionar fenómenos de generalización (una sola experiencia puede generar una creencia). Por todo ello, las creencias a veces se vuelven los gobernadores del cerebro que, como filtros predispuestos a nuestra concepción de lo que es una relación, tienden a apoyar o a sabotear nuestras relaciones de pareja y nuestra vida..

  1. Se programan sin ponerlas previamente a prueba, ya que en muchos casos han nacido de las primeras experiencias en la vida.
  2. Se pueden tener unas creencias o las contrarias ya que han dependido de factores ambientales y, en definitiva, aleatorios.
  3. Tienden a auto cumplirse. Si la persona piensa: “lo voy a lograr”, lo más probable es que lo logre.
  4. Las creencias tienen poco que ver con la realidad, más bien constituyen un código de “interpretación” de la misma. En realidad, los hechos son neutros, son las interpretaciones de éstos las que determinan nuestra posición fascinadora o aversiva ante los mismos.
  5. Todas son verdaderas (o falsas), puesto que se auto cumplen.
  6. Cambiando las creencias, se modifican las acciones y por ello, se crea un cambio en el destino.
Ejemplos de creencias limitantes en las personas de estilo de apego ansioso:
  • Soy compatible con muy poca gente, no volveré a encontrar a nadie así. Acabaré solo.
  • Si lo dejamos seguro que se acaba convirtiendo en una pareja maravillosa para otro.
  • Todo el mundo puede cambiar.
  • Todas las parejas atraviesan fuertes crisis, lo dejan y vuelven, y no es algo excepcional lo que nos ocurre.
Ejemplos de creencias limitantes en las personas de estilo de apego evasivo:
  • Solo puedo contar conmigo mismo, no se puede confiar en nadie al 100%.
  • Siempre debo ser autosuficiente para mantener la confianza en mí mismo y no necesitar el apoyo de los demás.
  • Esto nunca funcionará.

Algo que forma parte de una creencia es su expresión en términos absolutos. Nunca, siempre, nadie, todos.

Por un momento párate a pensar qué hechos demuestran cada una de estas creencias, ¿ya?. ¿Y qué hechos demuestran lo contrario?

Las creencias habitan en nuestro subconsciente y son el origen de muchas de las autolimitaciones que nos generamos.

¿Sabes cómo se amaestran las pulgas de circo?, primero se las mete en un bote cerrado, la pulga evidentemente intenta escapar, pero choca una y otra vez contra la tapa, una y otra vez, una y otra vez. Cuando la pulga se ha cansado se la saca del bote y ya se la puede llevar a la mesa de entrenamiento. La pulga no intentará escapar, podría saltar lejos e irse pero ahora su cerebro le dice que los saltos que puede dar son demasiado cortos como para poder huir, su cerebro dice, cree, que No puede. Y si ese cerebro no establece una nueva creencia contraria que le permita poder saltar tanto como en realidad es capaz, no lo intentará nunca.

Si en tu vida existe algún área en la que pienses que sufres una limitación que te suele hacer “tropezar varias veces en la misma piedra” y te has resignado creyendo que ya no es posible conseguir otro tipo de resultado, seguramente, de alguna manera, una gran parte de ti está domesticada por su forma de ver los acontecimientos y has olvidado que tu capacidad de salto es más extraordinaria de lo que realmente imaginas.

¿Qué creencia está limitando tu capacidad de ver lo que te ocurre en pareja de una forma neutra?, ¿Y en tu trabajo?, ¿En tus relaciones con tu familia?

Las creencias tienen el poder de crear y el poder de destruir. Los humanos tienen la fantástica habilidad de tomar cualquier experiencia de sus vidas y darle un sentido que los consuma o que literalmente les salve la vida.

Tony Robbins

En la ciudad de Babilonia vivía un rico mercader que poseía tal habilidad en el arte de las transacciones que conseguía de los demás aquello que, en cada momento, más le interesaba. Sin embargo Afrasiab, que era así como se llamaba, junto al éxito y la prosperidad que acompañaban su vida, tenía dos grandes preocupaciones que desde hacía varios años torturaban su alma. 

  1. La primera se trataba de su negocio. Afrasiab tenía la sospecha de que los que para él trabajaban no eran de fiar. Sentía que le robaban cantidades y servicios que, sin resultar de extrema gravedad, despertaban en él sentimientos de traición que no podía soportar. 
  2. La segunda, se trataba de su bella mujer a la que consideraba una buena esposa, pero pensaba que era fácil de embaucar, por lo que no confiaba en su fidelidad. Tal consideración turbaba su paz y llenaba de gran inquietud sus momentos de soledad. 

Afrasiab vivía entre ambos mundos tratando constantemente de controlar y vigilar... Y efectivamente, sucedía que cuando observaba a sus empleados, su entrenado cerebro interpretaba en tales rostros, las señales típicas del ladrón; sus miradas furtivas que indicaban algo que ocultar... el tono de sus conversaciones cuando él aparecía... incluso el nerviosismo de sus respuestas cuando Afrasiab les sometía a interrogatorios sutiles y encubiertos. Afrasiab tenía que reconocer que no eran imaginaciones suyas pues los detalles de todas sus percepciones “encajaban” y confirmaban con toda claridad sus sospechas. 

Por otra parte, cuando vigilaba los pasos de su esposa, todo parecía indicar que su comportamiento era obviamente sospechoso; no había duda de que ocultaba algo. La manera de bajar la voz cuando se refería a sus salidas, sus silencios y miradas melancólicas al horizonte indicando regocijo de algo que, seguramente, no se podía pronunciar... y otras muchas actitudes que sin ella pretenderlo, hacían que todas las suposiciones encajasen a la perfección en la mente de Afrasiab. 

Llegó un día en que decidió poner fin a esta amargura, así que por una parte decidió encargar una secreta investigación de las cuentas de su negocio, de manera que se pusiesen al descubierto las anomalías que sospechaba. Y por otra, encargó a un criado de su confianza que siguiera los pasos de su esposa, a fin de confirmar lo que parecía evidente. Tras tres semanas de espera, ¡Oh sorpresa! Sus empleados eran absolutamente inocentes de sus sospechas y, su mujer resultaba tener el comportamiento más ejemplar y correcto que él nunca había podido imaginar. 

Al día siguiente, al comenzar el trabajo observó que los mismos gestos que toda la vida hicieran sus empleados, en esta ocasión, no parecían actitudes de ocultación, y casualmente sus tonos de voz y las miradas que le dirigían, aunque iguales que otras ocasiones, ya no le parecían tan sospechosas, ¡Curioso! Pensó. 

Más tarde, al llegar a su casa y compartir junto a su esposa las labores de cada día, resultó que sus referencias a las salidas que ella había realizado ya no tenían, asombrosamente, el tinte de ocultación que antes era obvio... sus silencios, aunque iguales en aspecto a los anteriores ya no parecían guardar secretos... Todo había cambiado pensaba: "¡Qué raro! y sin embargo todos hacen lo mismo". 

En ese momento de silencio meditativo, se oyó la melodía de un poeta que rasgando su guitarra decía. EL QUE TIENE EN LA FRENTE UN MARTILLO NO VE MAS QUE CLAVOS

 

Todos tenemos unas gafas puestas al mirar y observar a otras personas y la realidad, y es a través de los cristales que llevan montados nuestras gafas como interpretamos el mundo. Los cristales de nuestras gafas pueden ser rosas, muy oscuros, azules, amarillos, etc. El mundo no lo vemos como es, lo vemos a través de nuestras gafas, y esas gafas son consecuencia de como somos cada uno de nosotros o como nos han educado o condicionado para que lo veamos.

 

Cuanto mas conscientes seamos de los cristales que montan nuestras gafas y cuánto nos influyen en nuestros comportamientos mejor podremos examinar y contrastar lo que vemos a través de las gafas con la realidad y cambiar los cristales de colores a unos transparentes, si fuese necesario, para ser mas capaces de escuchar a otros y abrirnos a sus percepciones del mundo y la realidad.

Con estas gafas no solo miramos al exterior, también lo hacemos hacia el interior. 

Podemos hacer cambios en nuestras vidas centrándonos en nuestras actitudes y conductas, pero estos cambios serán aun mas potentes si trabajamos nuestras lentes, es decir, como vemos el mundo que nos rodea y como nos vemos a nosotros mismos. 

¿Qué creencia o patrón de pensamiento está limitando tu capacidad de ver lo que te ocurre en pareja de una forma neutra?, ¿Y en tu trabajo?, ¿En tus relaciones con tu familia?

Los marcos de pensamiento de cada uno afectan, y mucho, a nuestra relación de pareja, a como la percibimos y como pensamos que nos ven, a como tratamos al otro y al trato que recibimos. Este conjunto de actividades está especialmente diseñado para mejorar la comunicación de pareja y ponerla en valor. Es muy recomendable que lo hagais los dos de forma individual.