Y esta es la razón por la que se ponen de moda psicólogos como Walter Riso con frases cargadas de veneno como quiero amarte, no cuidarte, o sin ti soy yo. Y por eso las páginas de psicología o que hablan de amor, de vínculos, se llenan de eso: de adoctrinamiento y manipulación para tratar de alejar al consumidor del amor con la excusa de ayudar. ¿Cómo? Satanizando el apego que lo caracteriza. Conminando a los casados a vivir como solteros, a los amantes como conocidos, a las almas gemelas como vecinos, cosificando a las personas y llamando a utilizarlas a fuerza de decir todo al revés: que es nocivo tenerlo todo en común con la pareja, que el apego es tóxico, mandando el mensaje subliminal de que lo saludable es una sociedad sin sentimientos profundos. Una página incluso llegaba al extremo de recomendar a las parejas pasar todo el día separadas con amigos y tareas propias "porque ya estarían bastante juntos cuando se metieran en la cama". El capitalismo tardío lo dice todo al revés: pretende que las personas sean usadas y las cosas amadas.
El otro grupo de presión más influyente hoy día es el feminismo de género, venido del feminismo radical: muy al contrario del feminismo clásico, humanista, de la primera y segunda ola, el feminismo de tercera, reducido a grupos minoritarios desde su nacimiento en 1968 por el "Manifiesto SCUM para el exterminio de los hombres" como bien afirma Laural Winkiel, aprovechó el lugar que dejó el de segunda ola para ocupar su lugar y tratar de someter la realidad a su ideología: examinar sus obras confirma las palabras de Tolstoi de que lo radical termina haciendo lo mismo que dice combatir. Sólo así, es tan reaccionario como para demonizar la custodia compartida por la cual las feministas clásicas pelearon para liberar a la mujer y como para defender una ley contra la violencia de género que es una versión modernizada de la ley de Desprecio de sexo franquista de 1944 en lugar de la igualdad ante la ley, provocando la tutela de las mujeres por el Estado ahí donde antes las tutelaba la familia y el marido, inventando machismo donde no queda y exagerando el que queda para justificar su existencia, hasta el extremo de meterse en cosas tan chistosas como que los hombres ocupan demasiado sitio en los asientos públicos. Y como son radicales terminan haciendo lo mismo que el capitalismo tardío, fomentar un amor cosificado, pleno de sexo e interés,.ya que al ser el amor una necesidad natural del ser humano, atacándolo se aseguran una larga guerra. ¿Cómo? Relacionándolo con la violencia y el machismo, lo que es como culpar al corazón de sufrir infartos.
Es necesario decir que todas las mentiras que las feministas más radicales afirman sobre el amor y el apego son fáciles de desmontar: por un lado, como le dice Dorothy McGuire a Sandre Dee en "Summerplace", el amor nunca hace sufrir, sólo el desamor; razonamiento lógico, pues son las situaciones de desamor las que causan dolor, que tu pareja te quiera menos que tú a él y los celos resultantes, que no lo haga, que enferme, que te engañe, que muera, hasta el punto de que todas las cosas que afirman sobre el amor romántico se dan en situaciones de desamor. Por otro lado, está la Historia, la experiencia, la cultura, pues amar a alguien incondicionalmente, para siempre, más que a uno mismo, no es una conjura patriarcal para someter a la mujer, ya que como dice Octavio Paz, su existencia en todo tiempo y cultura es una prueba de la universalidad del sentimiento amoroso. Toda ideología radical precisa inventar un enemigo omniprensente para justificar su radicalidad: los judíos para los nazis, los negros para el ku-klux-clan, el capitalismo para el comunismo, la herejía para la inquisición y el heteropatriarcado para el feminismo más radical: pero ninguno tiene razón.
El amor romántico y pleno de apego muestra que se puede amar a una sola persona para siempre, incondicionalmente, que se puede elegir morir de amor voluntariamente, y como implica la mayor realización humana y todos lo buscamos, lo satanizan para tener un enemigo omnipresente y forjar, como el capitalismo tardío, una sociedad sin vínculos afectivos reales, sin apego, sin esa capacidad de amar que nos hace ser humanos no solo de nombre: y haciendo eso, terminan imitando al capitalismo que dicen combatir. Muchas feministas jóvenes cuentan, como refiere Natasha Walter en "Muñecas vivientes" lo vacío y triste de sus vidas en este contexto de sexo sin sentimientos, sin conexión, sin apego. Por tanto, es hora de rebelarse contra este estado de cosas consumista y radical que pretende aborregarnos para beneficio de los lobbies: y la mejor rebelión en los tiempos de la cosificación, la deshumanización y la mentira, es amarnos los unos a los otros y reivindicar el amor romántico y el apego humano hasta sus últimas consecuencias. Ningún amor, ningún apego es peligroso; sólo hay que amar a la persona adecuada y por tanto, darse más tiempo para conocerla.