Terapia de pareja en Chile online

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Si estás en Chile y buscas terapia de pareja, aquí lo trabajamos por videollamada. Da igual en qué parte del país estés, no necesitas desplazarte.

Cuando ya no podéis seguir igual

En Chile se valora la calma y la discreción.
Hacia fuera, la familia parece estable, la rutina ordenada, la vida en pareja en su sitio.
Pero por dentro es otra historia: discusiones que se repiten, silencios que se vuelven muros, abrazos que se sienten más como deber que como deseo.

Lo intentáis una y otra vez.
Hablar, callar, perdonar.
Y siempre vuelve el mismo desenlace: uno con la carga de la culpa, el otro con la distancia.

La presión no ayuda: el qué dirán, la idea de que “hay que aguantar”, el miedo a romper la imagen de orden.
Pero lo que duele no se tapa con fachada.
Y la pregunta se vuelve inevitable: ¿queda algo que de verdad sostenga la relación, o solo seguimos juntos porque toca?

No es terapia al uso. Es otra cosa.

Aquí no vas a encontrar recetas rápidas ni ejercicios de manual.
No voy a pedirte que anotes tus emociones ni que practiques hablar “con más paciencia”.

Eso ya lo intentaste.
Y si alcanzara, no estarías leyendo esto.

Lo que hacemos aquí es distinto:
mirar de frente lo que duele sin disfrazarlo,
poner en palabras lo que nunca se dice en casa,
y enfrentar qué pasa cuando todo queda claro sobre la mesa.

No se trata de convencerte de salvar la relación.
Tampoco de empujarte a dejarla.

Se trata de cortar la niebla,
y darte la claridad que ahora mismo no aparece,
para decidir si aún hay algo que merece reconstruirse
o si lo honesto es aceptar que ya no.

Cuándo sirve y cuándo no

Sirve cuando hacia fuera todo parece correcto —la rutina, la familia, la calma aparente— pero por dentro ya no hay paz.
Cuando las discusiones empiezan por nada, los silencios duran demasiado, o el cariño se siente más como deber que como elección.

Sirve si ya probaste todo: hablar hasta agotarte, callar para evitar otra pelea, perdonar aunque la confianza no volvió, prometer que ahora sí cambiará… y aun así volver al mismo punto.

Sirve si todavía quieres cuidar lo que queda, pero no desde la fachada ni desde la presión de “aguantar porque toca”.
Si lo que buscas es claridad real: ver si aún hay algo vivo que reconstruir, o si lo más honesto es soltar sin disfraz.

No sirve si esperas que el otro cambie mientras tú no mueves nada.
No sirve si lo que quieres es aparentar calma hacia fuera mientras por dentro todo se apaga.

Aquí no se trata de volver a una foto perfecta.
Se trata de decidir con verdad: si hay raíz para empezar de nuevo, o si lo digno es aceptar que ya no.

A veces, cuando todavía queda amor de verdad y ambos estáis dispuestos a miraros sin disfraz, la terapia abre un espacio que sorprende. No devuelve lo que se perdió, pero sí puede reconstruir algo nuevo, más real que lo que había antes. Eso ocurre cuando los dos quieren estar, aunque cueste.
Pero también hay que decirlo: si uno ya no quiere, si lo único que sostiene es el miedo, entonces no hay técnica que lo salve. La diferencia no la marca la terapia. La marca lo que aún queda vivo entre vosotros.

En ocasiones hace falta verlo explicado con calma: cuándo la terapia de pareja puede servir de verdad… y cuándo no va a cambiar nada. Lo escribí aquí. → Cuándo la terapia de pareja sí ayuda y cuándo no

Cómo son las sesiones

No tienes que venir preparado.
No hay guion, ni tarea para casa.

La sesión empieza con lo que traes tal cual: el cansancio, la duda, la bronca o el silencio.

A veces hablamos los tres (cuando viene la pareja).
A veces uno calla y el otro se desborda.
O uno de los dos decide entrar solo.

Yo no decido por ti.
No te doy consejos fáciles.

Lo que hago es poner orden en medio del caos:
sacar a la luz lo que no se está diciendo,
sostener la tensión sin suavizarla,
y abrir el espacio para que la decisión deje de estar en pausa.

Puede incomodar, pero no es un castigo.
Es un espacio para decir lo que normalmente se evita,
y para encontrar, aunque pese, la claridad que hasta ahora no aparecía.

Cómo se empieza la terapia de pareja (y por dónde se sigue)

A la terapia de pareja se entra por el Servicio técnico del alma.
Ahí se ve si el vínculo tiene arreglo o si lo que toca es cerrar.
Desde ahí, el camino se bifurca:
si hay base y queréis probar de verdad → Tres semanas de presencia,
si ya está claro pero cuesta soltar, o vienes solo → Frente al miedo.

Si decides moverte, esto es lo que hago.

Esto no va de hablar.
Va de mover.

Y para eso, hay tres formas posibles.
Cada una sirve para un momento distinto.

frente al miedo actua

▸ Frente al miedo
Una hora de trabajo real.
Puedes venir una vez,
pero lo que transforma de verdad es volver:
semana a semana, cada quince días, o al mes.
No hay estructura fija.
Hay compromiso.

Ver cómo funciona Frente al miedo

servicio técnico del alma (1)

▸ Servicio técnico del alma
Una sola sesión intensiva de dos horas.
Una revisión profunda para ver qué sigue funcionando
y qué hay que dejar.
Entras, miras todo, sales con dirección.
Sin proceso. Sin vueltas.

Ver cómo funciona Servicio técnico del alma

tres semanas de presencia

▸ Tres semanas de presencia
Tres sesiones sin reloj + contacto por WhatsApp entre medias.
Un tramo cerrado, con principio y final.
Sirve cuando ya decidiste, pero necesitas no volver atrás.
Solo se hace una vez. No se repite.

Ver cómo funciona Tres semanas de presencia

Foto de Eugenio Pardo, autor de Apegos Posibles

Quien está al otro lado

Soy Eugenio. Trabajo Online con parejas que se cansaron de pelear, pero también de fingir que todo va bien. No busco salvar la relación, sino ayudarles a entender qué merece seguir y qué no.

Si aún dudas, mándame un mensaje o llámame. No para convencerte, sino para ver si este espacio es el que necesitas.

Chile: dónde estoy y dónde trabajamos

Trabajo desde España, pero muchas de las personas con las que atiendo viven en Chile, sobre todo en Santiago.

Lo que cambia es el tono, la manera de hablar, la sobriedad con la que se viven las cosas hacia fuera.
Lo que no cambia es lo que pasa adentro: la duda, el cansancio, la sensación de que la relación ya no alcanza solo con aguantar.

En sesión, la distancia deja de importar. No se trata de estar en la misma ciudad, sino de tener un espacio real donde hablar sin miedo, sin fachada, sin repetir lo mismo.

Da igual si estás en Santiago, en Valparaíso o en otra parte del país: lo importante es que tengas un lugar honesto para decir lo que normalmente se calla.
Y si todavía hay algo que merezca reconstruirse, encontrar cómo hacerlo.
Y si no, soltar sin culpa, con la claridad de haberlo mirado de frente.


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