Terapia de pareja en Santiago de Chile online

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Si estás en Santiago de Chile y buscas terapia de pareja, aquí lo trabajamos por videollamada Chile – España. Da igual en qué parte de la ciudad estés, no necesitas desplazarte.

Cuando la ciudad no tapa lo que pasa en casa

En Santiago de Chile la vida no se detiene: trabajo, estudios, tráfico, compromisos familiares.
Afuera todo avanza rápido y parece estar en orden.
Pero por dentro, en casa, la calma ya no existe: discusiones que empiezan por nada, silencios que se hacen eternos, abrazos que se sienten más lejanos cada día.

Lo intentáis una y otra vez.
Hablar, callar, perdonar.
Y siempre acaba igual: uno con culpa, el otro con distancia.

El entorno no ayuda: la presión social, el miedo al qué dirán, la costumbre de aguantar aunque ya no haya ilusión.
Pero lo que se rompe adentro no lo arregla la fachada de fuera.
Y la pregunta se vuelve inevitable: ¿queda algo que de verdad os sostenga, o solo seguís juntos por rutina y miedo?

No es terapia al uso. Es otra cosa.

En Santiago abundan los consejos: la familia, los amigos, incluso desconocidos opinan.
Pero lo que pasa en casa no se resuelve con un “échale ganas” ni con “hablen con más calma”.

Aquí no vas a encontrar ejercicios para comunicar mejor ni tareas para casa.
No voy a pedirte que anotes tus emociones ni que practiques “hablar con más paciencia”.

Eso ya lo intentaste.
Y si alcanzara, no estarías aquí.

Lo que hacemos aquí es distinto:
– Mirar lo que duele sin disfrazarlo.
– Poner en palabras lo que ninguno de los dos se atreve a decir.
– Ver qué pasa cuando todo queda claro sobre la mesa.

No se trata de convencerte de salvar la relación.
Tampoco de empujarte a romperla.

Se trata de cortar la niebla,
y abrir un espacio donde puedas decidir sin miedo,
ni quedarte atrapado en la presión de “aguantar porque así toca”.

Cuándo sirve y cuándo no

Sirve cuando hacia fuera todo parece normal —trabajo, estudios, reuniones familiares—, pero en casa ya no hay paz.
Cuando las discusiones se encienden por nada, los silencios pesan más que las palabras, o el cariño se vive más como deber que como deseo.

Sirve si ya probaste todo: hablar hasta agotarte, callar para no encender otra pelea, perdonar aunque la confianza no volvió, prometer que ahora sí cambiará… y aun así terminar en lo mismo.

Sirve si quieres claridad real: ver si todavía hay algo que se pueda reconstruir, o si lo más honesto es aceptar que ya no.

No sirve si esperas que el otro cambie sin mover tú nada.
No sirve si lo que buscas es aparentar calma para los demás mientras todo se apaga por dentro.

Aquí no se trata de volver a la foto perfecta que muestras fuera.
Se trata de decidir con verdad: si hay raíz para empezar de nuevo, o si lo más digno es soltar sin culpa ni teatro.

A veces, cuando todavía queda amor de verdad y ambos estáis dispuestos a miraros sin disfraz, la terapia abre un espacio que sorprende. No devuelve lo que se perdió, pero sí puede reconstruir algo nuevo, más real que lo que había antes. Eso ocurre cuando los dos quieren estar, aunque cueste.
Pero también hay que decirlo: si uno ya no quiere, si lo único que sostiene es el miedo, entonces no hay técnica que lo salve. La diferencia no la marca la terapia. La marca lo que aún queda vivo entre vosotros.

En ocasiones hace falta verlo explicado con calma: cuándo la terapia de pareja puede servir de verdad… y cuándo no va a cambiar nada. Lo escribí aquí. → Cuándo la terapia de pareja sí ayuda y cuándo no

Cómo son las sesiones

No tienes que venir preparado.
No hay guion, ni tarea para casa.

La sesión empieza con lo que traes tal cual: el cansancio, la duda, la bronca o el silencio.

A veces hablamos los tres (cuando viene la pareja).
A veces uno calla y el otro se desborda.
O uno de los dos decide entrar solo.

Yo no decido por ti.
No te doy consejos fáciles.

Lo que hago es poner orden en medio del caos:
sacar a la luz lo que no se está diciendo,
sostener la tensión sin suavizarla,
y abrir el espacio para que la decisión deje de estar en pausa.

Puede incomodar, pero no es un castigo.
Es un espacio para decir lo que normalmente se evita,
y para encontrar, aunque pese, la claridad que hasta ahora no aparecía.

Cómo se empieza la terapia de pareja (y por dónde se sigue)

A la terapia de pareja se entra por el Servicio técnico del alma.
Ahí se ve si el vínculo tiene arreglo o si lo que toca es cerrar.
Desde ahí, el camino se bifurca:
si hay base y queréis probar de verdad → Tres semanas de presencia,
si ya está claro pero cuesta soltar, o vienes solo → Frente al miedo.

Si decides moverte, esto es lo que hago.

Esto no va de hablar.
Va de mover.

Y para eso, hay tres formas posibles.
Cada una sirve para un momento distinto.

frente al miedo actua

▸ Frente al miedo
Una hora de trabajo real.
Puedes venir una vez,
pero lo que transforma de verdad es volver:
semana a semana, cada quince días, o al mes.
No hay estructura fija.
Hay compromiso.

Ver cómo funciona Frente al miedo

servicio técnico del alma (1)

▸ Servicio técnico del alma
Una sola sesión intensiva de dos horas.
Una revisión profunda para ver qué sigue funcionando
y qué hay que dejar.
Entras, miras todo, sales con dirección.
Sin proceso. Sin vueltas.

Ver cómo funciona Servicio técnico del alma

tres semanas de presencia

▸ Tres semanas de presencia
Tres sesiones sin reloj + contacto por WhatsApp entre medias.
Un tramo cerrado, con principio y final.
Sirve cuando ya decidiste, pero necesitas no volver atrás.
Solo se hace una vez. No se repite.

Ver cómo funciona Tres semanas de presencia

Foto de Eugenio Pardo, autor de Apegos Posibles

Quien está al otro lado

Soy Eugenio. Trabajo Online con parejas que se cansaron de pelear, pero también de fingir que todo va bien. No busco salvar la relación, sino ayudarles a entender qué merece seguir y qué no.

Si aún dudas, mándame un mensaje o llámame. No para convencerte, sino para ver si este espacio es el que necesitas.

Santiago de Chile: dónde estoy y dónde trabajamos

Trabajo desde España, pero muchas de las personas con las que atiendo viven en Santiago.

Lo que cambia es el ritmo: la ciudad que nunca se detiene, la presión social, la mirada de los demás.
Lo que no cambia es lo que pesa en casa cuando la relación ya no alcanza solo con aguantar.

En sesión, la distancia deja de importar. No hace falta estar en la misma ciudad para mirar lo que pasa entre vosotros.
Lo importante no es si vives en Providencia, Ñuñoa o Las Condes.
Lo importante es que tengas un lugar honesto para decir lo que normalmente se calla.

Y si todavía queda algo vivo, encontrar cómo reconstruirlo sin fachada.
Y si no, poder soltar sin culpa, con la claridad de haberlo visto de frente.


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