Terapia de pareja en Bogotá. Sesiones online desde casa

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Si estás en Bogotá y buscas terapia de pareja, aquí lo trabajamos por videollamada Colombia – España. Da igual en qué parte de la ciudad estés, no necesitas desplazarte.

Cuando todo parece funcionar, menos en casa

En Bogotá es fácil seguir con la rutina como si nada pasara: trabajo, tráfico, familia, compromisos.
Por fuera parece que todo encaja, pero en casa la historia es otra: discusiones por nada, silencios que pesan, un cariño que se siente más como deber que como elección.

Lo intentáis una y otra vez —hablar, callar, perdonar— y siempre acaba igual: uno cargando con la culpa, el otro alejándose.
Y aun así, no todo está perdido. Porque a veces os abrazáis y parece que sí, que todavía queda algo.
Pero enseguida vuelve el cansancio, la distancia, el miedo a seguir igual.

Aquí no se trata de aparentar calma.
Se trata de mirar de frente lo que duele, y de decidir si aún hay raíz para reconstruir… o si lo más honesto es aceptar que solo queda la costumbre.

No es terapia al uso. Es otra cosa.

Aquí no vas a encontrar ejercicios de comunicación para hacer en casa,
ni listas de “cosas por mejorar”,
ni frases aprendidas que suenan bien pero no cambian nada.

Eso ya lo intentaste.
Si funcionara, no estarías leyendo esto.

Lo que hacemos aquí es distinto:
mirar lo que duele sin maquillarlo,
poner sobre la mesa lo que ninguno se atreve a decir,
y ver qué pasa cuando por fin se dice frente a frente.

No vengo a convencerte de “luchar por la relación”.
Tampoco de romperla.

Lo que busco es que tengas un espacio claro,
sin el ruido de las opiniones de amigos, familia o incluso del “qué dirán” tan fuerte en Bogotá,
para ver qué queda vivo y qué ya no.

Un lugar donde no se trate de aparentar que todo está bien,
sino de decidir con calma si se puede reconstruir algo verdadero…
o si lo honesto es dejarlo ir.

Cuándo sirve y cuándo no

Sirve cuando la relación parece un péndulo: entre el cariño que todavía aparece en algunos momentos y el desgaste que vuelve al poco rato.
Cuando habláis, pero no os entendéis. Calláis, pero el silencio pesa más.
Sirve si ya intentaste todo:

  • hablar hasta la madrugada,
  • callar para no pelear,
  • perdonar aunque no confíes,
  • volver a empezar “por los hijos” o por no dar de qué hablar.

Sirve si quieres claridad real, más allá de la fachada que en Bogotá muchas veces se cuida tanto: las fotos familiares, la imagen de pareja “que se sostiene”, el “todo bien” que decís a los demás aunque no sea cierto.

No sirve si lo que esperas es que yo te dé la receta mágica para que todo sea fácil.
No sirve si buscas que el otro cambie mientras tú sigues igual.
No sirve si solo quieres aparentar calma, sin tocar lo que duele de fondo.

Aquí no se trata de volver a una foto perfecta,
sino de ver si todavía hay algo vivo que pueda crecer de verdad.
Y si no lo hay, reconocerlo a tiempo, sin excusas y sin culpas.

A veces, cuando todavía queda amor de verdad y ambos estáis dispuestos a miraros sin disfraz, la terapia abre un espacio que sorprende. No devuelve lo que se perdió, pero sí puede reconstruir algo nuevo, más real que lo que había antes. Eso ocurre cuando los dos quieren estar, aunque cueste.
Pero también hay que decirlo: si uno ya no quiere, si lo único que sostiene es el miedo, entonces no hay técnica que lo salve. La diferencia no la marca la terapia. La marca lo que aún queda vivo entre vosotros.

En ocasiones hace falta verlo explicado con calma: cuándo la terapia de pareja puede servir de verdad… y cuándo no va a cambiar nada. Lo escribí aquí. → Cuándo la terapia de pareja sí ayuda y cuándo no

Cómo son las sesiones

No tienes que venir preparado.
No hay guion, ni tarea para casa.

La sesión empieza con lo que traes tal cual: el cansancio, la duda, la bronca o el silencio.

A veces hablamos los tres (cuando viene la pareja).
A veces uno calla y el otro se desborda.
O uno de los dos decide entrar solo.

Yo no decido por ti.
No te doy consejos fáciles.

Lo que hago es poner orden en medio del caos:
sacar a la luz lo que no se está diciendo,
sostener la tensión sin suavizarla,
y abrir el espacio para que la decisión deje de estar en pausa.

Puede incomodar, pero no es un castigo.
Es un espacio para decir lo que normalmente se evita,
y para encontrar, aunque pese, la claridad que hasta ahora no aparecía.

Cómo se empieza la terapia de pareja (y por dónde se sigue)

A la terapia de pareja se entra por el Servicio técnico del alma.
Ahí se ve si el vínculo tiene arreglo o si lo que toca es cerrar.
Desde ahí, el camino se bifurca:
si hay base y queréis probar de verdad → Tres semanas de presencia,
si ya está claro pero cuesta soltar, o vienes solo → Frente al miedo.

Si decides moverte, esto es lo que hago.

Esto no va de hablar.
Va de mover.

Y para eso, hay tres formas posibles.
Cada una sirve para un momento distinto.

frente al miedo actua

▸ Frente al miedo
Una hora de trabajo real.
Puedes venir una vez,
pero lo que transforma de verdad es volver:
semana a semana, cada quince días, o al mes.
No hay estructura fija.
Hay compromiso.

Ver cómo funciona Frente al miedo

servicio técnico del alma (1)

▸ Servicio técnico del alma
Una sola sesión intensiva de dos horas.
Una revisión profunda para ver qué sigue funcionando
y qué hay que dejar.
Entras, miras todo, sales con dirección.
Sin proceso. Sin vueltas.

Ver cómo funciona Servicio técnico del alma

tres semanas de presencia

▸ Tres semanas de presencia
Tres sesiones sin reloj + contacto por WhatsApp entre medias.
Un tramo cerrado, con principio y final.
Sirve cuando ya decidiste, pero necesitas no volver atrás.
Solo se hace una vez. No se repite.

Ver cómo funciona Tres semanas de presencia

Foto de Eugenio Pardo, autor de Apegos Posibles

Quien está al otro lado

Soy Eugenio. Trabajo Online con parejas que se cansaron de pelear, pero también de fingir que todo va bien. No busco salvar la relación, sino ayudarles a entender qué merece seguir y qué no.

Si aún dudas, mándame un mensaje o llámame. No para convencerte, sino para ver si este espacio es el que necesitas.

Bogotá: dónde estés no cambia lo que importa

Trabajo desde España, pero muchas de las personas con las que hago sesiones viven en Bogotá o en otras ciudades de Colombia.
Lo que cambia es el acento, las rutinas, la presión social de “qué dirán” o de mostrar hacia fuera que todo está bien.

Lo que no cambia es la sensación de cansancio: discutir por lo mismo una y otra vez, sentir que ya no hay confianza, o quedarse atrapados entre el cariño y el desgaste.

Y es ahí donde la distancia deja de importar: porque en la pantalla no hay juicios ni recetas fáciles, solo un espacio donde hablar sin fachada y mirar lo que de verdad está pasando.

Da igual si vivís en Chapinero, Suba o en cualquier otro barrio de Bogotá: lo importante no es la dirección, sino que tengáis un lugar honesto para decidir si todavía hay un nosotros al que darle fuerza…
o si lo más sensato es soltar sin culpa lo que ya no camina.


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