Terapia de pareja online en Colombia

terapia de pareja online en colombia

Si estás en Colombia y buscas terapia de pareja, aquí lo trabajamos por videollamada. Da igual en qué parte del país estés, no necesitas desplazarte.

Cuando la cercanía de fuera no refleja lo que pasa adentro

En Colombia la vida está rodeada de familia, amistades y compromisos.
Hacia fuera se ve movimiento, compañía, hasta alegría.
Pero lo que se vive en casa no siempre coincide con esa imagen.

Hay discusiones que vuelven una y otra vez, silencios que pesan más que las palabras, perdones que no devuelven la confianza.
Lo intentáis todo: hablar hasta la madrugada, callar para evitar otra pelea, prometer que esta vez será distinto.
Y siempre termina igual: uno cargando la culpa, el otro tomando distancia.

El entorno añade presión: “aguanten por los hijos”, “toda pareja tiene problemas”, “mejor no separarse”.
Pero lo que duele no se resuelve con frases hechas ni con la fachada de que todo está bien.

Y ahí aparece la pregunta incómoda:
¿todavía hay algo verdadero que recuperar,
o lo único que los mantiene unidos es la costumbre y el miedo a soltar?

No es terapia al uso. Es otra cosa.

En Colombia sobran consejos: la familia, los amigos, hasta los conocidos opinan.
Pero lo que pasa en casa no se arregla con un “tengan paciencia” ni con un “ya se les pasará”.

Aquí no vas a encontrar ejercicios de comunicación ni tareas para casa.
No voy a pedirte que anotes tus emociones ni que practiques hablar “con más calma”.

Eso ya lo intentaste.
Y si funcionara, no estarías leyendo esto.

Lo que hacemos aquí es distinto:
poner en palabras lo que duele sin adornos,
decir lo que nunca se dice frente a la familia,
y mirar qué pasa cuando todo queda claro sobre la mesa.

No se trata de convencerte de salvar la relación.
Tampoco de empujarte a dejarla.

Se trata de dejar de girar en lo mismo,
y abrir un espacio donde por fin puedas decidir sin miedo,
ni quedar atrapado entre el deber social y lo que de verdad sientes.

Cuándo sirve y cuándo no

Sirve cuando hacia fuera todo parece en orden —la familia reunida, la vida social activa, la rutina cumplida— pero en casa ya no hay paz.
Cuando las discusiones se repiten por nada, los silencios se vuelven insoportables, o el cariño se siente más como deber que como elección.

Sirve si ya probaste todo: hablarlo hasta el amanecer, callar para no armar otra pelea, perdonar aunque la confianza no volvió, volver a intentarlo “por los hijos” o “porque Dios no quiere que se separen”, prometer que ahora sí… y aun así regresar al mismo punto.

Sirve si quieres claridad real: ver si todavía hay algo vivo que merezca reconstruirse, o si lo más honesto es aceptar que ya no.

No sirve si esperas que el otro cambie mientras tú no mueves nada.
No sirve si lo que buscas es aparentar calma frente a la familia mientras por dentro todo se derrumba.

Aquí no se trata de mantener la fachada ni de cumplir con el “así debe ser”.
Se trata de decidir con verdad: si hay raíz para empezar de nuevo, o si lo digno es soltar sin culpa, sin teatro y sin miedo al qué dirán.

A veces, cuando todavía queda amor de verdad y ambos estáis dispuestos a miraros sin disfraz, la terapia abre un espacio que sorprende. No devuelve lo que se perdió, pero sí puede reconstruir algo nuevo, más real que lo que había antes. Eso ocurre cuando los dos quieren estar, aunque cueste.
Pero también hay que decirlo: si uno ya no quiere, si lo único que sostiene es el miedo, entonces no hay técnica que lo salve. La diferencia no la marca la terapia. La marca lo que aún queda vivo entre vosotros.

En ocasiones hace falta verlo explicado con calma: cuándo la terapia de pareja puede servir de verdad… y cuándo no va a cambiar nada. Lo escribí aquí. → Cuándo la terapia de pareja sí ayuda y cuándo no

Cómo son las sesiones

No tienes que venir preparado.
No hay guion, ni tarea para casa.

La sesión empieza con lo que traes tal cual: el cansancio, la duda, la bronca o el silencio.

A veces hablamos los tres (cuando viene la pareja).
A veces uno calla y el otro se desborda.
O uno de los dos decide entrar solo.

Yo no decido por ti.
No te doy consejos fáciles.

Lo que hago es poner orden en medio del caos:
sacar a la luz lo que no se está diciendo,
sostener la tensión sin suavizarla,
y abrir el espacio para que la decisión deje de estar en pausa.

Puede incomodar, pero no es un castigo.
Es un espacio para decir lo que normalmente se evita,
y para encontrar, aunque pese, la claridad que hasta ahora no aparecía.

Cómo se empieza la terapia de pareja (y por dónde se sigue)

A la terapia de pareja se entra por el Servicio técnico del alma.
Ahí se ve si el vínculo tiene arreglo o si lo que toca es cerrar.
Desde ahí, el camino se bifurca:
si hay base y queréis probar de verdad → Tres semanas de presencia,
si ya está claro pero cuesta soltar, o vienes solo → Frente al miedo.

Si decides moverte, esto es lo que hago.

Esto no va de hablar.
Va de mover.

Y para eso, hay tres formas posibles.
Cada una sirve para un momento distinto.

frente al miedo actua

▸ Frente al miedo
Una hora de trabajo real.
Puedes venir una vez,
pero lo que transforma de verdad es volver:
semana a semana, cada quince días, o al mes.
No hay estructura fija.
Hay compromiso.

Ver cómo funciona Frente al miedo

servicio técnico del alma (1)

▸ Servicio técnico del alma
Una sola sesión intensiva de dos horas.
Una revisión profunda para ver qué sigue funcionando
y qué hay que dejar.
Entras, miras todo, sales con dirección.
Sin proceso. Sin vueltas.

Ver cómo funciona Servicio técnico del alma

tres semanas de presencia

▸ Tres semanas de presencia
Tres sesiones sin reloj + contacto por WhatsApp entre medias.
Un tramo cerrado, con principio y final.
Sirve cuando ya decidiste, pero necesitas no volver atrás.
Solo se hace una vez. No se repite.

Ver cómo funciona Tres semanas de presencia

Foto de Eugenio Pardo, autor de Apegos Posibles

Quien está al otro lado

Soy Eugenio. Trabajo Online con parejas que se cansaron de pelear, pero también de fingir que todo va bien. No busco salvar la relación, sino ayudarles a entender qué merece seguir y qué no.

Si aún dudas, mándame un mensaje o llámame. No para convencerte, sino para ver si este espacio es el que necesitas.

Colombia: dónde estamos y cómo trabajamos

Trabajo desde España, pero muchas de las parejas con las que hago sesiones viven en Colombia: Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla…

Lo que cambia es el acento, la presión de la familia, el peso de la religión y del “qué dirán” que sigue marcando decisiones.
Lo que no cambia es esa sensación de estar atrapados en un ciclo que desgasta: discutir, callar, perdonar sin confiar, volver a intentarlo y terminar igual.

Ahí es donde entra este espacio. La distancia no importa: en la pantalla se abre un lugar para hablar sin fachada, sin la mirada de la familia encima, sin tener que cumplir con el “aguantar porque toca”.

Da igual si estás en Bogotá o en la costa, en Medellín o en un pueblo pequeño. Lo que importa no es dónde estés, sino si estás dispuesto a dejar de evitar lo que ya no se sostiene y a decidir, aunque duela, desde un lugar más verdadero.


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