¿Qué problemas de autoestima me puede causar mi pareja si no me quiere, me engaña o me trata mal?

qué problemas de autoestima puede causarte tu pareja

Si tu pareja te confunde, te ignora, te culpa o te hace sentir que nunca eres suficiente… eso te pasa factura.
Y aunque no haya insultos ni gritos, tu autoestima puede quedar destrozada.
Aquí no hablamos de teoría.
Hablamos de lo que pasa cuando te vas apagando por dentro sin que nadie lo note.

No es que tengas baja autoestima. Es que alguien te la está bajando.

Puede que haya insultos.
Puede que haya gritos. Incluso golpes.
O puede que no haya nada de eso. No es necesario.
Puede que todo parezca normal desde fuera.
Pero por dentro, tú te estás rompiendo igual.

No puedes pensar con claridad.
Te da miedo decir lo que piensas.
Has dejado de hacer cosas que antes te gustaban.
Y lo peor: ya no sabes si eres tú quien está mal.

Te miras al espejo y no te reconoces.
Sientes culpa por cosas que antes hacías sin problema.
Y encima tienes que explicarte a ti que no es para tanto.
Que quizá es normal.
Que a lo mejor exageras.

Pero no exageras.
Cuando alguien te quiere a ratos, tú acabas queriéndote a trozos.
Y eso no es una herida vieja.
Es un desgaste diario.

Intentas que funcione.
Te adaptas.
Te callas.
Y cada vez que cedes, algo de ti se apaga.

Empiezas a justificar lo injustificable.
A explicar por qué alguien que te anula “en el fondo te quiere”.
Y aprendes a sobrevivir en un sitio donde ya no puedes respirar.
Todo por no quedarte con tu soledad.

Eso es lo que te baja la autoestima.
No es un rasgo tuyo.
Es el resultado de seguir demasiado tiempo donde te borran.

Cómo se te cae la autoestima en una relación que no te cuidan

No pasa de golpe.
Pasa en partes.

Primero dejas de hablar de lo que sientes, porque cada vez que lo haces hay bronca, burla o silencio.
Después dejas de pedir cosas, porque siempre hay una excusa.
Y cuando por fin te atreves a decir algo… te dicen que exageras.
O que tú también haces lo mismo.
O que estás demasiado sensible.

Y ahí empieza la trampa.

Empiezas a dudar de ti.
A revisar lo que dices.
A cuidar cada palabra.
A esperar el momento correcto para hablar.
Y aunque te lo niegues, ya estás en modo alerta.

Tu pareja no te grita.
Pero te ignora.
Te corrige.
Te habla mal y después dice que solo es que tiene mucho estrés.
Te deja con la palabra en la boca.
Te ridiculiza frente a otros.

Y tú tragas.

Te haces fuerte, pero no es fuerza.
Es aguante.
Y el aguante, cuando es constante, se cobra algo:
tu dignidad.
Tu alegría.
Tus ganas de estar.

La autoestima no se rompe con una frase.
Se cae cuando vives cada día con alguien que no te trata como si importaras.
Y tú lo permites, esperando que cambie.
Pero no cambia.
Y tú, cada vez, te empequeñeces más.

Cuando el problema no es cómo te trata… sino lo que tú aguantas

Al principio parecía puntual.
Un mal día. Una frase fuera de lugar. Una discusión.
Pero luego empezó a ser rutina.
Y tú… empezaste a aguantar.

Y ese es el punto.
No lo que hace.
Sino lo que tú estás permitiendo.

Porque sí, puede que tu pareja sea hiriente.
Controladora.
Infiel.
Fría.
Inestable.
O Violenta.

Pero si llevas meses, años, aguantando eso…
lo que te está destrozando ya no es solo su comportamiento.
Es el tuyo.

Porque sabes que no quieres eso.
Pero sigues.
Porque te dices que es por amor.
Pero ya no lo es.
Es miedo.
Miedo a que no haya nadie más que tú.
Miedo a fallar.
Miedo a desmontarlo todo.

Y mientras tanto, te tragas cosas que antes no hubieras permitido.
Te escuchas decir frases que no creías posibles:
“Es que también yo he cometido errores.”
“En el fondo me quiere.”
“Ahora no es buen momento para separarnos.”

Y te rompes.
Porque ya no eres tú quien decide.
Es el miedo.
Es la culpa.
Es el cansancio de imaginar cómo sería salir de ahí.

No necesitas que te humillen más.
Ya has aprendido a hacerlo tú sin la ayuda de otro.

Eso es lo más devastador para la autoestima:
seguir en un sitio donde ya no te tratan mal…
porque ya no hace falta.
Porque ahora eres tú quien se trata mal para no incomodar a nadie.

🜂 Soy tu sistema de apego

Soy quien inventa excusas para que no te vayas.
Soy quien llama amor a lo que te anula.
Soy quien prefiere humo antes que vacío.

Y te pregunto

¿Vas a seguir justificando lo que te borra?

Qué te pasa cuando aguantas demasiado tiempo ahí

Te desconectas.
No de golpe.
Despacito.
Sin drama.
Como si ya no te pasara nada por dentro.

Dejas de protestar.
Dejas de proponer.
Dejas de desear.

Y por fuera parece que todo sigue igual.
Pero por dentro, algo se te apagó.

Te cuesta dormir.
O duermes demasiado.
Te duele el cuerpo sin razón clara.
Te falta energía.
Todo te cuesta.

Y no sabes por qué.

Tu mente empieza a confundirse.
Ya no sabes si exageras.
Si el problema es tu carácter.
Si estás siendo egoísta.

Empiezas a decirte:
“Yo también tengo mis cosas.”
“Es que no todo puede ser perfecto.”
“Podría estar peor.”

Y sin darte cuenta, te acostumbras.
A vivir en tensión.
A tener sexo sin ganas.
A no hablar de lo que te importa.
A callar cuando duele.
A mirar el móvil con miedo o con ansiedad.
A pasar el día sintiendo que todo depende de que la otra parte no se enfade.

Eso es vivir pequeño.
Eso es perderse.

Y a veces crees que lo aguantas por amor.
Pero no.
Lo aguantas porque crees que si te vas, te quedas sin nada.
Pero lo que no ves es que ya te has quedado sin ti.

No necesitas una prueba. Necesitas verte

No hace falta que alguien más te confirme que esto está mal.
Ya lo sabes.

No necesitas que te insulten más fuerte.
Ni que te dejen.
Ni que te engañen otra vez.

Lo que necesitas es verte.
Ver cómo te estás apagando.
Cómo justificas lo injustificable.
Cómo ya no eres tú.

No hay un umbral oficial para decir “esto es demasiado”.
Cada quien tiene el suyo.
Pero si estás leyendo esto, es porque el tuyo lo pasaste.

Te preguntas si seguir.
Te preguntas si la culpa es tuya.
Te preguntas si aún hay solución.

Pero esa no es la pregunta.

La pregunta es:
¿Cuánto más vas a seguir desapareciendo para que esto funcione?

No hace falta que te deje. Basta con que tú ya no te reconozcas

Tu pareja puede seguir ahí.
Dormir contigo.
Decirte que te quiere.
Traerte flores, pedir perdón, jurarte que cambiará.

Pero si tú ya no estás…
da igual.

Si cada día sientes que molestas.
Si te escondes.
Si te anulas para evitar líos.
Si te encoges para que el otro se quede…

Ya está.
Eso basta.

No hace falta violencia.
No hace falta una traición.
No hace falta una escena.
Solo hace falta que, en el fondo, sepas que ya no puedes más.

Y aunque te dé miedo, aunque te duela, aunque no sepas qué hacer después…
lo único que no puedes seguir haciendo es aguantar donde tú ya no estás.

Porque eso es lo que te destroza.
No el otro.
Sino lo que tú sigues aguantando con tal de no soltar.

ayuda decidir seguir o separarte

Cuando seguir duele, y separarte también

Lo has pensado mil veces. Nada te da paz.
Seguir parece rendirse.
Irte parece romperlo todo.
Y aun así sabes que algo tiene que moverse.

Mirar lo que pasa y decidir sin disfraz→


Sobre este lugar

Quién soy
(No es una empresa. Hay una persona detrás. Aquí puedes ver quién.)

Contactar por WhatsApp (+34 659 88 12 63)
(Si no lo tienes claro, puedes escribir directo. No hay robots.)

Fuera del Mapa
(Si quieres entender mejor desde dónde se concibe Apegos Posibles.)