Superar una Ruptura. ¿En qué escenario estás tú?

Hay muchas formas de romper.
A veces te quedas enganchado a alguien que te manipula y no sabes cómo soltar, aunque tengas mil pruebas de que no te cuidaba.
Otras, lo que te mata es seguir bajo el mismo techo, compartiendo casa y rutina con alguien que ya no es tu pareja, pero sigue ahí cada mañana.
También está el vértigo de soltar después de años, cuando tu vida entera se organizó en torno a un “nosotros” y ahora no sabes quién eres sin esa palabra.
O la obsesión de cuando se va sin decir nada: ninguna razón, ningún cierre, solo silencio.

Hay rupturas donde la rabia te quema por dentro, como tras una infidelidad.
Otras donde la culpa pesa más que el dolor, porque hay hijos en medio y no sabes cómo protegerlos sin romperte tú.
Hay rupturas que no se entienden desde fuera, como cuando aún amas pero sabes que no basta, o cuando la relación era gay y lo que pierdes no es solo a alguien, sino la historia que os costó construir.
Cambian las circunstancias, cambian los relatos, pero el corte siempre se siente igual: el de no saber cómo seguir, aunque sepas que ya no puedes quedarte.

Lo que cambia no es el dolor, sino la forma en que se te clava: